Saturday, April 01, 2006

TRAFFIC

Bastó una rápida mirada por el espejo para saber que el coche que tenía atrás estaba manejado por un imbécil. Era una mañana de domingo, cuando la ciudad está tranquila y la calle Brasil se libera de esa jauría de colectivos que la asolan durante la semana. El tipo se pegó innecesariamente a la cola de mi auto y previo bocinazo dibujó una "ese" corta sin atinar a pasarme. Llegando a la esquina de Perú doblé y él hizo lo mismo, pero acelerando y casi rozando mi lateral en una maniobra tan provocativa como inútil, mientras me hacía gestos como indicándome "que me corriera". Pelo amarillo y anteojos espejados, tripulaba un Renault 12 azul muy opaco que calculé modelo setenta y pico. A mi lado iba mi hijo Diego (casi 1,90 y físico con mucho gimnasio pesado) , que no percibió nada mientras leía tranquilamente el diario. Cien metros más adelante se ponía rojo el semáforo de Avda. Garay. El Schumacher de bofe frenó de golpe y unos segundos después llegué yo parando un poco más adelante, en el otro carril. Miré por el espejo del costado y ví que me seguía haciendo gestos ampulosos, mientras aceleraba en seco una y otra vez. Fue espontánea y en cierto modo curiosa mi reacción, ya que la experiencia en la calle insensibiliza, pero lo cierto es que bajé el vidrio y asomándome le grité : ¿ Pero qué te pasa estúpido, qué querés ? !... El tipo salió del auto como leche hervida y dando un portazo avanzó hacia mí con paso ganso dispuesto a mandarme a terapia intensiva, mientras yo abría mi puerta y Diego bajaba de un salto por el otro lado. Ahí Schumacher tomó conciencia que éramos dos o más ( porque Diego se puede contar casi doble), y entonces privilegió el instinto de conservación . Ya sin dirigirse a mí y como blandiendo repentinamente la bandera blanca , atinó a decirle a Diego, como leve reproche, "que yo le estaba tapando el paso ". Diego, piadoso, extendió su brazote en son de paz diciéndole con tranquilidad que "estaba todo bien". Una cuadra más adelante nos cagábamos de risa mientras veíamos como se alejaba el viejo Renault azul, a cuyo volante se encontraba uno de los miles de pelotudos que transitan a diario ésta peligrosa ciudad.

Dedicado a Roberto Fontanarrosa

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Papi, como todo lo que escribis, he de decirte que me encantó! Tu estilo urbano me copa muchisimo.

Un besotote de tu hija Daniela

April 10, 2006 7:52 PM  

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